martes, 24 de abril de 2012
Terror II
Es el todo una suma
de pequeñas
partes inconexas, alborotadas. Después de muchos meses sintiendo que su vida
transcurría
en blanco, por fin afloraban en su retorcida mente anhelos de sentimientos
ocultos. Tenía
17 años y en esa época los centros comerciales se habían puesto de moda, camine hacia el mas grande la
ciudad. Tenía
una gran ansiedad por llegar, algo en mi interior me devoraba. Cuando llegue
apenas podía
controlar mi psique, la energía
recorría
mis venas, en mi interior desbordaba mi espíritu. Respire hondo, no podía mas..... La luz se hizo oscuridad, todo se
detuvo, las maquinas, la energía
eléctrica, la gente se derrumbaba a su alrededor,
sin gritos, sin gestos, sin decir un lo siento o un te quiero, la mirada
perdida en algo o alguien que no estaba allí, o quizás si. Paseo durante minutos a ciegas, aunque no
hacia falta usar los ojos para guiarse. Allí estaba, leyendo un libro de bolsillo. Esperando
que lo que decía
surgiera efecto. Avanzo hacia él,
hasta que los dos cruzaron sus miradas. El sacerdote lo observo fijamente,
preguntándose
si era real o no, quizás
una aparición
en medio del caos, de la ausencia de electricidad. Se siguió aproximando hasta casi tocar se físicamente. El sacerdote, se incorporo, estaba de
rodillas. Era un hombre alto, casi dos metros y de estructura física fuerte. Sus grandes manos dejaron que el
libro de bolsillo se precipitara en el vacío, produciendo un sonido sordo al llegar al mármol que adornaba la superficie del centro
comercial. Los ojos azul marino del sacerdote, tenían un brillo especial, su aura parecía abordar el karma del joven de 17 años, que sonrió y en sus labios se dibujo un ángulo siniestro.
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